Nicolás Romero participó en la época de la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, pero la documentación en torno a él es más bien escasa. En los documentos recopilados por Jorge L. Tamayo, encontramos apenas una carta de la emperatriz Carlota, dirigida a la emperatriz Eugenia, en la menciona muy de paso, pero con alegría, la captura de Nicolás Romero.
En la presentación de los documentos, dice Jorge L. Tamayo:
En la presentación de los documentos, dice Jorge L. Tamayo:
“Al finalizar febrero envía Carlota una nueva carta a Eugenia que comienza reconociendo que no moja su pluma en tinta negra. Ha caído Oaxaca, ha muerto Antonio Rojas, el famoso guerrillero jalisciense; Nicolás Romero el guerrillero que amagó las afueras de la ciudad de México, ha sido capturado y más tarde también será fusilado.
Carlota está contenta, pero no relaciona la ola favorable a la primavera que se anuncia; no piensa que los nuevos pensamientos surjan "por el aire de felicidad que se expande en la naturaleza".
A continuación, presento la carta de Carlota, reproducida por Tamayo:
Título: Benito Juárez documentos, discursos y correspondencia. tomo 9, cap CXL documento 10.Jorge L Tamayo. Edicion digital.
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CARLOTA CONTENTA POR LA CAÍDA DE OAXACA Y LA CAPTURA DE NICOLÁS ROMERO
Chapultepec, febrero 24 de 1865
A V. M. la emperatriz Eugenia
A V. M. la emperatriz Eugenia
Señora, hermana mía:
Estoy feliz al poder hoy mojar mi pluma en una tinta un poco menos negra, pues desde la partida de la delegación a Roma, la situación ha vuelto a ser la de hace dos meses. Comienza la primavera pero no me parece que los nuevos pensamientos surgen por el aire de felicidad que se expande en la naturaleza.
La toma de Oaxaca, realizada con esa profunda habilidad y ese cálculo de maestro que siempre he admirado en el mariscal, la muerte de Rojas, la captura de (Nicolás) Romero el famoso guerrillero que rondaba impunemente tan cerca de México, en fin, otros diversos éxitos logrados sobre las bandas, en particular la de Simón Gutiérrez y de Martínez, han contribuido a restablecer los hechos. Ya era tiempo pues, por una sola maniobra dudosa, no quiero decir desgraciada, los bandidos se enardecen a tal punto que tenemos a todo las pasiones y supongo que tampoco la tolerancia pasará inadvertida. El Sr. Lares ha llevado sus opiniones conservadoras hasta querer demostrar que a los extranjeros que venían a México no les interesaba ejercer su culto pues lo único que los atrae es el dinero; que se acomodarían perfectamente sin religión y que no veía el motivo de que todo no pudiese continuar así. ¡Singular razonamiento para un hombre sensato y religioso! El Sr. (López) Uraga le contestó muy bien diciendo que ese era el camino directo hacia el ateísmo y la indiferencia y que le parecía mejor que las personas que admiraban al verdadero dios ejerciesen su culto antes que no tener ninguno.
Se dice, señora, que en Francia sopla él viento de las economías en el presupuesto del ejército. Nada más satisfactorio para todos que ver que ese gran país aprovecha sus recursos y México se sentirá siempre feliz de contribuir a ello, pero, sin querer volver sobre todo lo que ya me he tomado la libertad de exponer anteriormente, ruego a V. M. tenga presente dos cosas: la primera, que cada medida gubernamental ejecutada representa aquí una sacudida y que las reformas representan revoluciones sociales; la segunda, que las bandas de guerrilleros no son hijas de nada previsto, sino que se generan por una especie de generación espontánea y que antes de mucho tiempo no podremos desembarazarnos de ellas.
Estados Unidos continúa en mala disposición y quiere mantener sus cónsules ante la "República Mexicana". No es asunto de gran importancia pero sí tiene el valor de un síntoma y como tal llamo la atención de V. M.
Acabo de ser interrumpida por la llegada de Mr. Bonnefond a quien me presentó el emperador y conversé un momento con él. Me trasmitió varias cosas amables de VV. MM. y creo que si mi respuestas pudieran oírse en París, no serían menos calurosas; lo que se tiene en el corazón debe expandirse. El mariscal vuelve mañana. Le he enviado un gran cordón de parte de mi padre y espero que esté muy satisfecho.
El martes de carnaval doy un baile de disfraces. El Gral. Manssion y su esposa han llegado pero aún no los he visto. No puedo dejar de reiterar a V. M. la gran estimación que nos inspira el carácter consciente y honorable y el estricto amor al deber del Gral. L'Herillier.
Durante los dos meses que ha manejado los asuntos se ha desplegado una gran actividad y fueron, justamente, los meses de la fuerte crisis que atravesamos, pues el mariscal partió la víspera del pronunciamiento de vicario.
El Gral. L'Herillier está dispuesto a continuar al servicio de México; como tengo mi parte de responsabilidad en esta decisión me dirijo de nuevo a V. M., para pedirle que, si es posible, acceda a ello, Los mexicanos lo quieren, lo respetan y esto es mucho decir.
Hace poco, dos ministros me hicieron el elogio de su justeza y de sus buenos procedimientos. Hasta ahora sólo al Gral. Brincourt habían elogiado así. A propósito de éste no puedo dejar de renovar mi pesar al ver que no se lo emplea más activamente, pues varias personas que lo conocen de cerca me han confirmado la opinión que tenía sobre su capacidad militar fuera de lo común, cosa que, por otra parte, justifica la particular bondad que tiene para con él el emperador que sabe juzgar a los hombres. Sólo se comenta que a raíz de ciertos acontecimientos del año pasado se ha agriado un poco, cosa que se percibe en las pocas relaciones que fomenta.
Por el último barco he enviado a V. M. un álbum de fotografías de ruinas mexicanas que creo pueden ofrecerle algún interés. El capitán Garcin y su esposa, Sra. Montholon, vuelven a Francia por ese barco. Si V. M. desea conversar con Mr. Garcin le relatará muchas cosas interesantes; es un joven sensato, de buenos sentimientos y justo en sus apreciaciones. Bajo todos los puntos de vista, creo que su esposa no ha elegido mal pues parece de sólidos principios y la pareja hasta ahora es muy feliz. Recomiendo a estos dos jóvenes a V. M., pues como se casaron bajo nuestros auspicios, naturalmente me interesa su porvenir. Mr. Garcin piensa ver al mariscal Forey en Lorena.
(Carlota)
Carta inconclusa, original en francés.
Ilustración: Maximiliano y Carlota.
Excelente, creo que es un documento inapreciable ya que delata los pensamientos y el sentir de la realeza de aquél entonces
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