domingo, 20 de diciembre de 2009

El león de las montañas


Corrido acerca de Nicolás Romero.

Letra: Profr. Eulalio Flores
Imagen tomada del libro “Coronel Nicolás Romero Episodios Heroicos”de Lucio Barrueta Durán y Crispín Duarte Soto


Vengo a rendir homenaje
al valiente guerrillero,
noble “León de las Montañas”
fue don Nicolás Romero.

Valeroso jinete
era chinaco gallardo
fue campesino primero
y obrero en Molino Viejo.

En el gobierno de Juárez
al servicio de la patria.
él combatió al invasor
por la causa libertaria.

Romero fue respetuosos
nunca a nadie maltrató
implacable con los traidores
fue un militar de honor.

El sobrenombre lo lleva
por sus valiosos embates,
era indomable en la lucha
noble después del combate.

El invasor extranjero
lo acusaba de bandido,
yo soy un buen mexicano
a mi patria he defendido.

Óyeme bien Lamadrid,
sorprenden al guerrillero,
Papatzindán Michoacán
lo vio hacerlo prisionero.

Después de tantas batallas
y del valor demostrado,
el día 18 de marzo
Romero fue fusilado.

Adiós Nicolás Romero
no olvidaré tus hazañas
adiós, adiós coronel
noble “León de las Montañas”.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Nicolás Romero (Coronel)

En la Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Romero_(coronel)
Se encuentra la siguiente ficha biográfica respecto a Nicolás Romero;

El coronel Nicolás Romero (Nopala de Villagrán, Hidalgo, 6 de diciembre de 1827 - Ciudad de México, 18 de marzo de 1865) fue un militar mexicano que participó en la Guerra de Reforma y en la Segunda Intervención Francesa en México, apodado El León de las Montañas.
Antes de ser militar fue agricultor y trabajador textil. Se incorporó a la Guerra de Reforma en 1858, combatió en las fuerzas de Aureliano Rivera. Su reputación hizo que en la intervención francesa el gobierno lo llamara y le dio orden de levantar un escuadrón para expedicionar los rumbos de Tlalnepantla, Cuautitlán, Jilotepec y Zumpango. Así, Romero reunió inicialmente a 30 hombres, y tuvo su primer enfrentamiento en Cuautitlán cuando se vieron atacados por Patricio Granados al frente de 150 hombres, en donde Granados fue herido mortalmente por los hombres de Romero que obedecieron a su estrategia y liderazgo, y en donde asomo muestra de sus brillantes cualidades que más tarde harían de Romero el arquetipo del guerrillero mexicano. Participó en la Batalla de Puebla ayudando a la victoria sobre el ejército al mando del Conde de Lorencez. En uno de sus tantos ataques a tropas y convoy franceses, comenzaron a usar camisas rojas y desde entonces se les dio la denominación popular de los Colorados de Romero. Su grupo guerrillero de resistencia al ejército galo operó en los estados de México, Michoacán y Guerrero bajo el mando de Vicente Riva Palacio.
En 1865 fue emboscado en la cañada de Papazindán por el Ejército Francés y, luego de un Juicio Sumario, fue fusilado el 18 de marzo de 1865 en la Plaza de Mixcalco de la Ciudad de México, en unión de sus compañeros el Comandante Higinio Álvarez, el Alferez Encarnación Rojas y el Mariscal Roque Flores.
En su honor, el 18 de abril de 1898 el pueblo de Monte Bajo, cabecera del municipio del mismo nombre, es elevado a la categoría de villa con el nombre de Villa Nicolás Romero.


Nicolás Romero
Coronel
Años de servicio
1858 - 1865
Apodo
El León de las Montañas
Lealtad
Ejército Mexicano, 1858-1865
Participó en
Guerra de Reforma: Segunda Intervención Francesa en México:
Nacimiento
6 de diciembre de 1827 Hidalgo
Fallecimiento
18 de marzo de 1865 Ciudad de México

Bibliografía
ALBARRAN, Antonio: "Nicolás Romero, Guerrillero de la Reforma"

sábado, 12 de diciembre de 2009

El coronel sí tiene quien le escriba


De Gilberto Vargas Arana, Cronista Municipal de Nicolás Romero, Estado de México, reproduzco a continuación un trabajo fechado en diciembre de 2003, acerca de Nicolás Romero, el personaje histórico.


Queréndaro, antigua hacienda de jesuitas, es la más rica y valiosa finca de laboren el oriente de Michoacán… Pertenecía entonces a la familia Pimentel, cuya adhesión al imperio era notoria. Tan luego como el administrador de la finca supo la aproximación de los chinacos, pidió auxilio al general Márquez… El edificio estaba convertido en una verdadera fortaleza.
Al presentarse Nicolás Romero, envió a un indígena con una comunicación al administrador de la finca, incluyendo la boleta de contribuciones y solicitando el pago. Aquel infeliz indio fue fusilado en el acto en el patio de la hacienda y colgado su cadáver.
Indignado Nicolás Romero y Morales, ordenaron el ataque, y ya lanzaban dos pequeñas columnas de infantería sobre la hacienda, cuando se presentó el padre Guevara, cura del inmediato pueblecito de Queréndaro, advirtiendo a los liberales que dentro de la hacienda había más de quinientos hombres, ocupando las alturas y detrás de todas las aspilleras. Hubiera sido exponer la tropa a una derrota segura… Romero se limitó a enviar al alférez Tito Flores para que con seis fuera a recoger el cadáver del indígena, lo que verificó entre un torrente de balas que le dirigieron de la casa… La tropa de Zitácuaro continuó en el acto su retirada; pero de repente se oyeron tiros y se echó de menos, entre los jefes, a Nicolás Romero. La angustia fue general; por fortuna duró pocos minutos, porque el guerrillero, con diez o doce de los suyos, no tardó en aparecer arreando treinta magníficos potros que estaban en un potrero contiguo a la hacienda. Dirigiéndose al comisionado fiscal, le preguntó:
-¿De cuánto era la boleta que debía pagar Queréndaro?
-¡De mil pesos!
-Pues aquí tiene usted estos caballos que valen más de dos mil pesos. ¡A ver con quién manda usted el recibo!
Todos acogieron con risotadas y vivas estas palabras de Nicolás Romero.

La vida del Coronel Nicolás Romero se sucede épica, como una narración para ser contada como la leyenda de un héroe personal y nacional, así recrea el episodio Eduardo Ruiz en Historia de la Guerra de Intervención en Michoacán, porque el Coronel Nicolás Romero sí tiene quien le escriba, lo hacen contemporáneos y modernos, historiadores y periodistas, poetas y literatos, Juan Mateos, Antonio Albarrán, Juan de Dios Peza, Daniel Moreno y Fernando del Paso entre otros se suman a Ruiz y al principal constructor del alma íntima y retrato guerrero del Coronel, al General Vicente Riva Palacio, quien lo inmortalizó en su novela Calvario y Tabor, y a quien Nicolás Romero se le presenta a la cabeza de cien jinetes y se puso a sus órdenes, para convertirse en el caudillo de los jefes de la guerrilla que combatieron a los intervencionistas del Imperio de Maximiliano y Carlota.
Era de treinta a treinta y cuatro años, mestizo en que predominaba la sangre indígena, su color era obscuro y terso, lampiño, de ojos pardos que de cuando en cuando relampagueaban, llenos de fuego, pero que de ordinario miraban humildemente. Era bajo de cuerpo, delgado y tenía en el carrillo derecho una pequeña cicatriz, consecuencia de una herida que recibió, durante la Guerra de Reforma,en un combate cerca de Cuernavaca. Retraído en su trato, su aspecto parecía el de un hombre enteramente pacífico. Vestía de tricot negro y sombrero de fieltro. Cualquiera al verlo, habría creído tener al frente a un humilde vicario de cura.
Tierra de Nopala, entonces estado de México, que el día 6 de diciembre de 1827, cuando aún persistían las contradicciones de un nuevo país, dio bautizo al hijo de una nación que luchó por su segunda guerra de independencia, contra la nación de los hasta entonces mejores soldados de la herencia de Bonaparte, contra la Francia que sucumbió ante la fuerza del liberalismo juarista para hacer posible, luego de tanta sangre destilada por su territorio, la República Restaurada.
Monte Alto, Zitácuaro, Mineral del Oro, Toluca, Metepec, advierten senderos como hilos de batallas, donde el Coronel Nicolás Romero deshizo nudos para extender hasta nuestros tiempos, una memoria tan viva, tan sentida, que hoy se expresa de la manera noble al ser, a través de la expresión cultural en un acontecimiento que este municipio hace emblemático, el Tercer Festival Cultural Internacional Coronel Nicolás Romero.
El calendario de Galván de 1866, registró la efemérides del Patíbulo de Mixcalco del año anterior:
El 17 de marzo de 1865 a las diez de la noche se les leyó la sentencia; a Romero le preguntaron si quería recibir los auxilios espirituales, y dijo que prefería dormir.
En la mañana del día 18 salieron los presos de la capital y caminaron hasta la plazuela de Mixcalco, lugar de la ejecución… Romero iba fumando un puro; a su lado el comandante Higinio Alvarez, jefe que había sido de sus exploradores, y detrás el alférez Encarnación Rojas y el mariscal Roque flores, sus compañeros de martirio.
Los cuatro se presentaron con tanta sangre fría y con tan orgulloso desdén, como si no fueran a morir.
Un sargento francés dio a Romero el tiro de gracia, y sin embargo, como si aquella alma de gigante no hubiera podido desprenderse del cuerpo, el conducir el cadáver de Romero a su última morada, hizo un movimiento tan fuerte, que rompió el ataúd en que lo conducían sus verdugos.
El pueblo se dispersó sombrío y cabizbajo.
Pero hubo un pueblo que levantó desde Monte Bajo el rostro con orgullo para llamarse desde el año de 1898, Nicolás Romero, cuyos hombres y mujeres escrituran las más valiosas narraciones del Coronel, las historias de nuestras vidas unidas.
Nicolás Romero vale mil historias para ser contadas, y parafraseando al poeta Carlos Pellicer, “Hoy tengo vida para mil años”, Hoy tengo vida para mil Nicolás Romero.
Ciudad Nicolás Romero, a 2 de diciembre del 2003.

Ilustración: El coronel Nicolás Romero. Pintura del artista Raymundo Miranda, en 2006, resultado de investigación documental realizada por el Lic. Gilberto Vargas Arana, Cronista Municipal. La imagen preside la Galería Presidentes, inaugurada en la sala de cabildo del H. Ayuntamiento de Nicolás Romero, el 10 de agosto de 2006.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma.


Uno de los biógrafos de Nicolás Romero fue Antonio Albarrán, quien nació en Toluca hacia el año 1865. Fue un importante pedagogo del Estado de México. El trabajo dedicado a nuestro personaje es “Nicolás Romero, guerrillero de la reforma”, publicado originalmente en 1895.


Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma no se trata de una biografía en toda forma, es más bien una semblanza literaria escrita con amor y con los pocos datos que su autor pudo recoger personalmente de aquellos que conocieron al León de las Montañas. Pese a todo, sigue siendo uno de los documentos más importantes para conocer a nuestro personaje.


A continuación reproduzco un fragmento del capítulo tercero de Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma, donde se describe a Romero, tanto en su fisonomía como en sus actitudes y gustos.


Recientemente se publicó una versión de Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma, la cual pueden adquirir en la librería El Templo de Delfos, en la Avenida 16 de Septiembre No 17, colonia Hidalgo (El Charco), en Nicolás Romero.


Título: Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma.
Autor: Antonio Albarrán
Cuadernos de Identidad, Nicolás Romero, México, mayo del 2009.


Ilustración: Nicolás Romero. Pintura propiedad del Ayuntamiento de Nicolás Romero, Estado de México.

Nicolás Romero era en esa época un hombre de treinta y seis años, de estatura mediana, de complexión dura y vigorosa, pero de proporciones no desmesuradas; usaba el pelo muy corto, tenía los ojos pardos, facciones comunes y bigote negro y escaso; su tez era de un pálido moreno, en la que las viruelas habían dejado a trechos ligeras huellas. Usaba por lo común pantalón, chaleco y chaqueta de una misma tela y de igual color, gris o negro; su sombrero llevaba una cinta angosta de plata en el borde y un cordón plateado alrededor de la copa. Sus modales eran comedidos, su andar reposado, hablaba poco y sin precipitación. Ni en su porte ni en su fisonomía presentaba nada de extraordinario, nada de excepcional, nada, en suma, que denunciase en él al indomable e intrépido combatiente cuyo nombre pasaba de boca en boca, así entre amigos, como entre enemigos. Sólo un observador atento habría podido sorprender en el semblante de Romero un vislumbre de su reconcentrado carácter, una chispa de ese fuego que encendía su sangre a la hora del combate. Su impasible rostro sólo mostraba una cosa viviente: los ojos; sólo una cosa movible: los labios.


Estas dos partes de su fisonomía eran las únicas en que podía traducirse el estado de ánimo de aquel hombre. Cuando ningún sentimiento anormal turbaba su espíritu, sus miradas eran serenas y su boca permanecía inmóvil y con su expresión habitual de indiferencia; pero si algo llegaba a provocar su cólera, el ojo se dilataba al instante, se inflamaba la mirada, y los labios en su temblor casi imperceptible, revelaban una agitación interior pronta a estallar. La ira, el entusiasmo, la indignación, todo le asomaba al rostro, por los ojos y los labios únicamente; el resto de sus facciones parecía de bronce; jamás se notaba en ellas la menor contracción muscular, excepto a la hora de la acción, a la hora en que todo el organismo excitado y vibrante, parecía convertirse en una pila eléctrica que fortalecía con sus efluvios a los defensores de la República que militaban bajo sus órdenes. Antes de que su personalidad adquiriese tan marcado relieve, Romero era afecto a los bailes populares del país y mostraba en ellos grande habilidad, pero cuando el recrudecimiento de la guerra llevó su atención a más serios cuidados, fue poco a poco renunciando a su diversión favorita, hasta abandonarla por completo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Nicolás Romero

Nació el 6 de diciembre de 1827, en un país que apenas buscaba su propia identidad, que se encontraba en total desorganización y con grupos confrontados por llevar su proyecto de gobierno o por alcanzar el poder. No se creaban aún varios de los estados que en la actualidad existen, por eso le tocó nacer en el enorme territorio del Estado de México, pero su lugar de nacimiento, el pueblo de Nopala, se encuentra en el actual Estado de Hidalgo, mismo que fue creado luego del triunfo de la República, unos años después de la muerte de Nicolás Romero.

Su niñez y juventud se pierden en el anonimato del pueblo. Encontramos su rastro, muy difuso y carente de información. Se dedica a las labores del campo, aprende el oficio de tejedor. Junto con sus padres, deja su tierra en busca de mejores perspectivas.

Trabaja como obrero textil en Contreras. En San Ángel aprende apenas a leer. Llega al rumbo de Monte Bajo, para trabajar en Molino Viejo, en la fábrica de la Colmena. Allí, un día de fiesta, tiene una fuerte discusión que llega a riña. Romero, en la batalla, hiere a su contrincante. Se sobresalta y huye antes que la autoridad intente detenerlo. En el camino, al sentirse perseguido, roba un caballo. Llega a Atizapán, donde encuentra alojamiento seguro. Los amigos del fugitivo toman mayores informes sobre el caso, y llega a su conocimiento que no sólo buscan a Romero por la riña que tuvo, sino que también tratan de procesarlo a instancias del comerciante Manuel Echávarri, quien lo acusa de asalto y robo, pues él es el dueño del caballo en que Nicolás Romero huyó.

Es un momento decisivo en la vida de Nicolás Romero. Lo persiguen por bandolero y tarde o temprano, si no pone distancia de por medio, lo alcanzará el brazo de la justicia a instancias del rencor de Manuel Echávarri. Puede regresar a su pueblo natal o buscar mejor suerte en lugares lejanos, puede intentar un cambio de nombre y comenzar como otra persona, o puede unirse a la lucha que se vive en el país entre conservadores y liberales, para cooperar con su grano de arena en el camino que debe tomar la nación y al mismo tiempo mantenerse a buen resguardo.

No lo piensa más. Llega a los rumbos del Ajusco, donde se une a las fuerzas de Aureliano Rivera, uno de tantos jefes de guerrilla liberales. Con él da inicio a su carrera militar desde el puesto más humilde, pero con la enjundia y ánimo guerrero que de inmediato reconocen sus superiores, por lo cual es pronto ascendido en el organigrama militar. Participa en la guerra de los tres años y sería de los primeros en entrar triunfante a la ciudad de México en la Nochebuena del año sesenta.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Para seguir igual solicitamos personal


¡¡ATENCION!!!

Importante empresa del autotransporte, por expansión, para seguir brindando el servicio especial que la caracteriza y que los clientes se merecen, solicita personal para cubrir los puestos de:

*Conductor de Microbús (chofer)

*Asistente Ejecutivo de Conductor (cacharpo)

REQUISITOS:

Edad preferentemente de 16 a 20 años.

Amplia experiencia en arrancones y conducir a alta velocidad en condiciones de intenso tráfico.

Amplio sentido de competitividad para ganar el pasaje a otros choferes.

Capacidad organizativa para acomodar un mínimo de cien pasajeros en un microbús.

Suficiente autoridad para evitar protestas de los pasajeros.

Facilidad de palabra para convencer a los agentes de tránsito que todo está bien.

Basta cultura musical para amenizar los viajes con canciones de la onda grupera, corridos de narcotraficantes y rock en español o inglés.


OFRECEMOS:

Sueldo según actitudes.

Moderno microbús modelo 95, equipado con luces estroboscópicas y de neón interiores, así como autoestéreo de 5000 wats de potencia para crear un ambiente de tranquilidad.

Asiento exclusivo para que el conductor lleve a sus pollos y admiradoras.

Lugar especialmente acondicionado como nicho para el santo patrono de su devoción.

Dotación de chicles mientras maneja.

Arete y cachucha con la visera hacia atrás y, en caso de no tener hijos, un zapatito de bebé para colgarlo del espejo.


¡NO PIERDA ESTA OPORTUNIDAD PARA PROGRESAR!

Si no cumple con los requisitos, ni lo intente, mejor absténgase.


-José Galván Rivas

jueves, 3 de diciembre de 2009

Un corrido acerca de Nicolás Romero


Acerca de Nicolás Romero existen varios corridos, siendo quizá el más conocido “Corrido del gallo giro, Nicolás Romero”. Este corrido aparece en diversa recopilaciones de la canción y el corrido mexicanos, una de ellas la realizada por Antonio Avitia Hernández “Corrido histórico mexicano”, que en su tomo uno lo presenta.


De este libro, tomamos la nota correspondiente al corrido de Nicolás Romero y reproducimos el corrido.


Autor: Antonio Avitia Hernández.
Título: Corrido histórico mexicano. Tomo 1, 1810 – 1910.
Editorial Porrúa, colección “Sepan cuantos…” Núm. 675. México, 1997.
Páginas 120 – 122.

El campesino y artesano Nicolás Romero, alias El Gallo Giro (1825-1865) (el año correcto de su nacimiento es 1827. Nota del autor del blog) participó en la guerra de Reforma, con las guerrillas de Aureliano Rivera y al triunfo de los liberales volvió al trabajo.


Romero se alistó para combatir a la Intervención Francesa presentándose a las órdenes del coronel Vicente Riva Palacio, a la cabeza de 100 jinetes.


Romero actuó contra los franceses en guerrero, Michoacán y en el Estado de México y con sus fuerzas llegó a merodear la capital del país. En Tacámbaro y San Juan del Río obtuvo notables triunfos y fue uno de los principales guerrilleros republicanos, también. Tomó parte en la defensa de Zitácuaro. En 1865 fue hecho prisionero en una ranchería de Michoacán, en la Cañada de Papazindán, se le condujo a la ciudad de México y fue fusilado en la plaza de Mixcalco, a unas cuadras del Palacio Nacional, el 18 de marzo de 1865.


Corrido del Gallo Giro, Nicolás Romero.

Viene Nicolás Romero,
Como valiente y osado,
con Aureliano Rivera
Que al mocho ya ha derrotado.

Es impetuoso y ardiente,
Y combate con valor
Al francés y al mexicano
Que se ha unido al traidor.

En cien acciones de guerra
Como valiente ha lucido,
Michoacán fue ya testigo
De sus hechos singulares.

–Ahora sobre ellos, muchachos
–grita Nicolás Romero–,
vamos a desbaratarlos
cual manada de borregos.

El francés retrocedía,
cuando miraba al valiente,
que con grandiosa osadía
con su guerrilla combate.

Ganó en acciones de guerra,
y combatió valeroso,
con su espada que blandía
se portó como un coloso.

Michoacán fue la guarida,
fue el sitio de sus hazañas;
y como buen guerrillero
tuvo siempre buenas mañas.

Era el rayo de la guerra
ese rústico campeón,
y no había otro tan valiente
en todita la nación.

Los franceses le temieron,
porque él no conocía el miedo,
y a su nombre a más de cuatro
se les arrugaba el cuero.

En las guerras contra Francia
fue el primero entre los bravos,
ya que siempre repetía:
–México no tiene esclavos.

En Tacámbaro y por Ario,
y lo mismo en las montañas,
se batió como guerrero;
grandes fueron sus hazañas.

Riva Palacio decía:
–Ahora sí que venceremos,
viene Nicolás Romero,
y a franceses coparemos.

Toditos los combatientes
reconocieron su hombría,
y él en su caballo moro
su machete así blandía.

Estando ya por Zitácuaro,
le vinieron a decir
que el francés con sus legiones
lo atacaba y debía huir.

Él les respondió altanero:
–Combatiré con denuedo,
yo soy puro mexicano,
y no conozco yo el miedo.

A inmediaciones del pueblo
fue la acción y la perdieron
los valientes de romero,
que a la mala sucumbieron.

Él ya sólo busca abrigo
en las ramas de árbol grande,
mas al fin lo descubrieron,
sin que él pidiera las frías.

Un gallo lanzó un volido,
n'el árbol buscó refugio,
cuando vio que perseguido
se le llegaba su turno.

Esa fue su perdición
y no hubo ya componendas,
y sorprendido en el punto
le pusieron centinelas.

Lo trajeron prisionero,
a la mera capital,
y sin ningún miramiento
le aplicaron el dogal.

En la plaza de Mixcalco,
al sonido de la diana,
fue matado aquel valiente
a la luz de la mañana.

Antes de la ejecución
–¡Viva México! –decía–,
mátenme, que al cabo a ustedes
se les llegará su día.

El año sesenta y cinco,
miren lo que sucedió:
un valiente entre los bravos,
por valiente se murió.

Nicolás Romero fue
el guerrillero afamado
que con nobleza y valor
por doquiera fue aclamado.

Vuela, vuela, palomita,
llévale la despedida
a ese que murió luchando
por la patria tan querida.

Sentir. Antología de un náufrago


“Cuando era niña, Alejandra Peña Alcántara se preguntaba si otras personas veían los colores y las cosas como ella las veía, si había un cielo para los perros y buscaba paisajes en las nubes, hasta que una noche sintió que se perdía mientras miraba las estrellas.


Cuando creció sintió que se ahogaba de tanto Sentir. Un día descubrió que a través de los colores y las palabras podía vaciar tanto Sentir, por eso dice que escribe por necesidad y para vivir; porque si no fuera por todo lo que crea al expresar lo que siente, tal vez ya no estaría aquí. Alejandra Peña un día abrió las puertas, las ventanas, compartió con los demás su Sentir y descubrió que ese Sentir era el de otros, que la liberaba para estar en paz.


Sentir es un viaje para encontrar el alma, el precio para hacerlo es sólo Sentir, Sentir el aire, la luz, el agua, el amor, la desesperación, el miedo, la soledad, la felicidad, la paz, la muerte, la esperanza y desesperanza, las culpas, las heridas, el olvido, la libertad.


Sentir. Antología de un náufrago, es ese viaje por la vida en el que algunos podemos naufragar de tanto Sentir, hasta que un día dejamos de hacerlo, para encontrar el equilibrio y volver a Sentir y saber que estamos vivos.


Tal es lo que nos dice la contraportada del libro de poesía “Sentir. Antología de un náufrago, de Alejandra Peña Alcántara, pintora y poeta de Nicolás Romero, que recientemente se publicó y ha encontrado gran aceptación.


A continuación, les presento uno de los poemas que forman este libro, y los invito para que lo conozcan y adquieran. Pueden contactar a su autora por correo electrónico en coloresale@hotmail.com

Título: Sentir. Antología de un náufrago.
Autor: Alejandra Peña Alcántara
Nicolás Romero, 2009.


Aire

No te dejaré ir
Naufragaré en tu mirada,
Note dejaré ir.

Como de aire soy
Como de aire mi corazón,
Sin ti, sin mí.

Como de agua somos
Tú y yo.

Agua para apagar la sed
De nuestro andar por el desierto
Sin amar…

Hoy estás aquí,
Eres luz y paz.

No te dejaré ir.


-Alejandra Peña Alcántara

martes, 1 de diciembre de 2009

Pretextos


Tenía muchos planes y había decidido que seríamos tan felices... Es lo malo de hacer planes sin tomar en cuenta a la otra parte: Ella decidió ser muy feliz, sin mí.


En 1999 se publicó en Nicolás Romero el libro de cuentos “Pretextos”, de José Galván Rivas. Hoy en día es difícil conseguirlo, aunque todavía queda algún ejemplar en la Librería El Templo de Delfos. De vez en cuando ya sea en internet o en periódicos y revistas locales se vuelve a publicar alguno de los cuentos que forman este libro, y de vez en cuando su autor lee alguno en presentaciones personales.
A continuación, dejo a su consideración uno de los cuentos breves que forman ese libro, pero los invito a conocer la versión de “Pretextos” en internet. Se encuentra en la página http://pretextos.tripod.com/ y su contenido es el libro íntegro.
La ilustración corresponde a la pintura “Pretextos”, de Alejandra Peña Alcántara, que se utilizó para la portada del libro.



EL GATO
Fue un maullido quizás alegre, goloso, largo. Instintivamente volvió el rostro y alcanzó a ver un gato que gustoso se relamía los bigotes ante la presencia de una inminente presa. Siempre había sentido un odio desmesurado por esa clase de animales; además le infundían cierto temor.

Hubiera deseado levantarse de donde estaba, acercarse al gato y propinarle fuerte puntapié, después cargarlo y arrojarlo a la calle. Los gatos le parecían horribles, monstruosos. Sobre todo le molestaban su andar silencioso, ágil, y esos ojos que brillan en la oscuridad como ascuas extraídas del mismo infierno.

No pudo continuar sus pensamientos. Intentó ponerse de pie, pero un segundo golpe lo arrojó ahora en sentido contrario. El maldito gato no se decidía a terminar con su estúpido juego. En esos momentos, por primera vez en su vida, lamentó no ser más que un pequeño ratón.

Nicolasromerenses: el gentilicio de los habitantes de Nicolás Romero, Estado de México.

En 1898, como un homenaje al guerrillero Nicolás Romero, el pueblo de Monte Bajo cambió su nombre y su categoría política: De pueblo se le elevó a Villa, y de ser Monte Bajo cambió a Nicolás Romero.

Sin embargo, la Villa Nicolás Romero no era todo el municipio, sino exclusivamente la cabecera municipal. El municipio se llamó Nicolás Romero simplemente.

A quienes vivían o eran originarios del municipio parece no haberles interesado cuál era su gentilicio y por mucho tiempo se usaron indistintamente “nicolaítas” y “nicolaenses”, para referirse a los habitantes de Nicolás Romero.
En los años ochentas del siglo XX, sin embargo, empezó a darse la preocupación por cual era el gentilicio correcto. Cómo debía llamarse a quienes habitamos este municipio. Algunos decían nicolaíta y otros nicolaenses, y en ambos casos buscaban justificarlo. Pero entonces, surgió una opción más: el gentilicio debía abarcar no sólo el nombre (Nicolás), sino también el apellído y por consiguiente debía ser nicolasromerense.

Y en estas pugnas, por lo que se refiere al gentilicio, pasamos los años noventas y llegamos al nuevo milenio.

Un gentilicio es el nombre que a sí mismos se dan los habitantes de una región. Pero como no siempre quieren bautizarse o no siempre llegan a un acuerdo, queda la solución de que las autoridades creen el gentilicio por decreto. Eso pasó en el Estado de México, donde éramos “mexicanos dos veces, por patria y provincia, y era doble honor” hasta que alguien se le ocurrió inventar eso de mexiquense; se impuso desde el gobierno y en mexiquenses quedamos.

En Nicolás Romero, el cabildo municipal decidió en el año 2000 que somos nicolasromerenses. Y aunque muchos todavía usan nicolaitas y hasta nicolaenses, el Bando Municipal establece que somos nicolasromerenses y eso seremos mientras a otras autoridades no se les ocurra un nombre diferente.

Nicolasromerense quedó establecido desde el 5 de febrero del año 2000 en el Bando Municipal.

Ilustración: Nicolás Romero en el Estado de México y en México

Carlota Contenta por la captura de Nicolás Romero

La más completa documentación e información en torno a la figura de Benito Juárez, la ha reunido Jorge L. Tamayo, en su obra “Benito Juárez documentos, discursos y correspondencia”. Se trata de una extensísima recopilación de documentos que no solamente nos hablan de Juárez, sino de toda la época.

Nicolás Romero participó en la época de la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, pero la documentación en torno a él es más bien escasa. En los documentos recopilados por Jorge L. Tamayo, encontramos apenas una carta de la emperatriz Carlota, dirigida a la emperatriz Eugenia, en la menciona muy de paso, pero con alegría, la captura de Nicolás Romero.
En la presentación de los documentos, dice Jorge L. Tamayo:

“Al finalizar febrero envía Carlota una nueva carta a Eugenia que comienza reconociendo que no moja su pluma en tinta negra. Ha caído Oaxaca, ha muerto Antonio Rojas, el famoso guerrillero jalisciense; Nicolás Romero el guerrillero que amagó las afueras de la ciudad de México, ha sido capturado y más tarde también será fusilado.

Carlota está contenta, pero no relaciona la ola favorable a la primavera que se anuncia; no piensa que los nuevos pensamientos surjan "por el aire de felicidad que se expande en la naturaleza".

A continuación, presento la carta de Carlota, reproducida por Tamayo:


Título: Benito Juárez documentos, discursos y correspondencia. tomo 9, cap CXL documento 10.Jorge L Tamayo. Edicion digital.

10


CARLOTA CONTENTA POR LA CAÍDA DE OAXACA Y LA CAPTURA DE NICOLÁS ROMERO


Chapultepec, febrero 24 de 1865
A V. M. la emperatriz Eugenia

Señora, hermana mía:



Estoy feliz al poder hoy mojar mi pluma en una tinta un poco menos negra, pues desde la partida de la delegación a Roma, la situación ha vuelto a ser la de hace dos meses. Comienza la primavera pero no me parece que los nuevos pensamientos surgen por el aire de felicidad que se expande en la naturaleza.

La toma de Oaxaca, realizada con esa profunda habilidad y ese cálculo de maestro que siempre he admirado en el mariscal, la muerte de Rojas, la captura de (Nicolás) Romero el famoso guerrillero que rondaba impunemente tan cerca de México, en fin, otros diversos éxitos logrados sobre las bandas, en particular la de Simón Gutiérrez y de Martínez, han contribuido a restablecer los hechos. Ya era tiempo pues, por una sola maniobra dudosa, no quiero decir desgraciada, los bandidos se enardecen a tal punto que tenemos a todo las pasiones y supongo que tampoco la tolerancia pasará inadvertida. El Sr. Lares ha llevado sus opiniones conservadoras hasta querer demostrar que a los extranjeros que venían a México no les interesaba ejercer su culto pues lo único que los atrae es el dinero; que se acomodarían perfectamente sin religión y que no veía el motivo de que todo no pudiese continuar así. ¡Singular razonamiento para un hombre sensato y religioso! El Sr. (López) Uraga le contestó muy bien diciendo que ese era el camino directo hacia el ateísmo y la indiferencia y que le parecía mejor que las personas que admiraban al verdadero dios ejerciesen su culto antes que no tener ninguno.

Se dice, señora, que en Francia sopla él viento de las economías en el presupuesto del ejército. Nada más satisfactorio para todos que ver que ese gran país aprovecha sus recursos y México se sentirá siempre feliz de contribuir a ello, pero, sin querer volver sobre todo lo que ya me he tomado la libertad de exponer anteriormente, ruego a V. M. tenga presente dos cosas: la primera, que cada medida gubernamental ejecutada representa aquí una sacudida y que las reformas representan revoluciones sociales; la segunda, que las bandas de guerrilleros no son hijas de nada previsto, sino que se generan por una especie de generación espontánea y que antes de mucho tiempo no podremos desembarazarnos de ellas.

Estados Unidos continúa en mala disposición y quiere mantener sus cónsules ante la "República Mexicana". No es asunto de gran importancia pero sí tiene el valor de un síntoma y como tal llamo la atención de V. M.

Acabo de ser interrumpida por la llegada de Mr. Bonnefond a quien me presentó el emperador y conversé un momento con él. Me trasmitió varias cosas amables de VV. MM. y creo que si mi respuestas pudieran oírse en París, no serían menos calurosas; lo que se tiene en el corazón debe expandirse. El mariscal vuelve mañana. Le he enviado un gran cordón de parte de mi padre y espero que esté muy satisfecho.

El martes de carnaval doy un baile de disfraces. El Gral. Manssion y su esposa han llegado pero aún no los he visto. No puedo dejar de reiterar a V. M. la gran estimación que nos inspira el carácter consciente y honorable y el estricto amor al deber del Gral. L'Herillier.
Durante los dos meses que ha manejado los asuntos se ha desplegado una gran actividad y fueron, justamente, los meses de la fuerte crisis que atravesamos, pues el mariscal partió la víspera del pronunciamiento de vicario.

El Gral. L'Herillier está dispuesto a continuar al servicio de México; como tengo mi parte de responsabilidad en esta decisión me dirijo de nuevo a V. M., para pedirle que, si es posible, acceda a ello, Los mexicanos lo quieren, lo respetan y esto es mucho decir.

Hace poco, dos ministros me hicieron el elogio de su justeza y de sus buenos procedimientos. Hasta ahora sólo al Gral. Brincourt habían elogiado así. A propósito de éste no puedo dejar de renovar mi pesar al ver que no se lo emplea más activamente, pues varias personas que lo conocen de cerca me han confirmado la opinión que tenía sobre su capacidad militar fuera de lo común, cosa que, por otra parte, justifica la particular bondad que tiene para con él el emperador que sabe juzgar a los hombres. Sólo se comenta que a raíz de ciertos acontecimientos del año pasado se ha agriado un poco, cosa que se percibe en las pocas relaciones que fomenta.

Por el último barco he enviado a V. M. un álbum de fotografías de ruinas mexicanas que creo pueden ofrecerle algún interés. El capitán Garcin y su esposa, Sra. Montholon, vuelven a Francia por ese barco. Si V. M. desea conversar con Mr. Garcin le relatará muchas cosas interesantes; es un joven sensato, de buenos sentimientos y justo en sus apreciaciones. Bajo todos los puntos de vista, creo que su esposa no ha elegido mal pues parece de sólidos principios y la pareja hasta ahora es muy feliz. Recomiendo a estos dos jóvenes a V. M., pues como se casaron bajo nuestros auspicios, naturalmente me interesa su porvenir. Mr. Garcin piensa ver al mariscal Forey en Lorena.

(Carlota)


Carta inconclusa, original en francés.
Ilustración: Maximiliano y Carlota.