miércoles, 21 de agosto de 2019

Nicolás Romero, uno de los 101 héroes en la historia de México



“101 héroes en la historia de México”, de la autoría de Mario Tapia, recoge 101 biografías de personajes de nuestra historia. Abarca desde Nezahualcóyotl, nacido en 1402, hasta Alfonso García Robles, muerto en 1991.
En esa lista de 101 héroes, el número 56 es Nicolás Romero, el guerrillero de la Reforma y la Intervención Francesa.
“101 héroes en la historia de México” fue publicado po
r la Editorial Grijalbo, en la ciudad de México. Primera Edición en agosto de 2008.
El texto relativo a Nicolás Romero ocupa tres páginas del libro. A continuación se reproduce íntegro.


56
NICOLÁS ROMERO


Fue un jinete excepcional. Recorría las veredas de los estados de México, Michoacán y Guerrero cual si hubiera nacido cual guerrillero. Su instinto lo ayudaba a desaparecer cuando no quería ser visto y a atacar cuando nadie lo esperaba. Era una calamidad para el enemigo, que veía burlados sus intentos para cazarlo. El hidalguense jamás recibió instrucción militar, y sin embargo las tropas del mejor ejército del mundo se vieron incapaces de frenar las escaramuzas del “León de las Montañas”.


Sus manos estaban hechas para el trabajo duro. Su jornada laboral comenzaba muy temprano y terminaba tarde. Así es la vida de quienes tienen que trabajar para mantener a sus familias día con día. Desde joven tuvo la oportunidad de trabajar en la pujante industria textil que se desarrollaba en la Ciudad de México. Como textilero, gozó de cierta tranquilidad económica, aun y cuando no pudo ascender dentro de las clases sociales. Nicolás Romero luchaba por vivir al día. En varias ocasiones, de acuerdo con las ondulaciones de la economía nacional, cambiaba de empresa. Llegó incluso a trabajar en fábricas en el entonces lejano poblado de Tlalpan. En otras se dedicaba a .la agricultura. Así que cuando tuvo la oportunidad de servir a su patria, con la fortaleza de los justos, no dudó en hacerse a las armas.


Sus ideales eran republicanos y patriotas. No contaba con experiencia en las armas cuando se unió al grupo de Aureliano Rivera durante la Guerra de Reforma. Fue ahí donde aprendió la táctica y estrategia de la guerra de guerrillas. Sus operaciones tuvieron gran éxito y fueron de mucha importancia para la causa liberal. Con esa experiencia, Romero comenzó a forjarse como hombre, como guerrillero y héroe.


Cuando supo que un invasor extranjero pretendía controlar el país, no dudó en enfrentarlo. De inmediato se unió a las tropas de Vicente Riva Palacio y a su lado participó en las campañas de Michoacán, Guerrero, Querétaro y el Estado de México. Una y otra vez consiguió sorprender a las tropas francesas. Muy pronto, Romero se convirtió en uno de los enemigos más peligrosos del imperio de Maximiliano de Habsburgo.


Los franceses lo buscaron exhaustivamente. Durante días y meses siguieron su huella sin poderlo capturar, hasta aquel fatídico día en que se enfrentó al ejército imperial en la cañada de Papanzidán, en el estado de Michoacán. Después de una fuerte batida, Romero fue hecho prisionero y conducido a la Ciudad de México en donde se le juzgó. La sentencia era de todos conocida y fue fusilado el 18 de marzo de 1865 en la plazuela de Mixcalco.