miércoles, 9 de diciembre de 2009

Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma.


Uno de los biógrafos de Nicolás Romero fue Antonio Albarrán, quien nació en Toluca hacia el año 1865. Fue un importante pedagogo del Estado de México. El trabajo dedicado a nuestro personaje es “Nicolás Romero, guerrillero de la reforma”, publicado originalmente en 1895.


Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma no se trata de una biografía en toda forma, es más bien una semblanza literaria escrita con amor y con los pocos datos que su autor pudo recoger personalmente de aquellos que conocieron al León de las Montañas. Pese a todo, sigue siendo uno de los documentos más importantes para conocer a nuestro personaje.


A continuación reproduzco un fragmento del capítulo tercero de Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma, donde se describe a Romero, tanto en su fisonomía como en sus actitudes y gustos.


Recientemente se publicó una versión de Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma, la cual pueden adquirir en la librería El Templo de Delfos, en la Avenida 16 de Septiembre No 17, colonia Hidalgo (El Charco), en Nicolás Romero.


Título: Nicolás Romero, guerrillero de la Reforma.
Autor: Antonio Albarrán
Cuadernos de Identidad, Nicolás Romero, México, mayo del 2009.


Ilustración: Nicolás Romero. Pintura propiedad del Ayuntamiento de Nicolás Romero, Estado de México.

Nicolás Romero era en esa época un hombre de treinta y seis años, de estatura mediana, de complexión dura y vigorosa, pero de proporciones no desmesuradas; usaba el pelo muy corto, tenía los ojos pardos, facciones comunes y bigote negro y escaso; su tez era de un pálido moreno, en la que las viruelas habían dejado a trechos ligeras huellas. Usaba por lo común pantalón, chaleco y chaqueta de una misma tela y de igual color, gris o negro; su sombrero llevaba una cinta angosta de plata en el borde y un cordón plateado alrededor de la copa. Sus modales eran comedidos, su andar reposado, hablaba poco y sin precipitación. Ni en su porte ni en su fisonomía presentaba nada de extraordinario, nada de excepcional, nada, en suma, que denunciase en él al indomable e intrépido combatiente cuyo nombre pasaba de boca en boca, así entre amigos, como entre enemigos. Sólo un observador atento habría podido sorprender en el semblante de Romero un vislumbre de su reconcentrado carácter, una chispa de ese fuego que encendía su sangre a la hora del combate. Su impasible rostro sólo mostraba una cosa viviente: los ojos; sólo una cosa movible: los labios.


Estas dos partes de su fisonomía eran las únicas en que podía traducirse el estado de ánimo de aquel hombre. Cuando ningún sentimiento anormal turbaba su espíritu, sus miradas eran serenas y su boca permanecía inmóvil y con su expresión habitual de indiferencia; pero si algo llegaba a provocar su cólera, el ojo se dilataba al instante, se inflamaba la mirada, y los labios en su temblor casi imperceptible, revelaban una agitación interior pronta a estallar. La ira, el entusiasmo, la indignación, todo le asomaba al rostro, por los ojos y los labios únicamente; el resto de sus facciones parecía de bronce; jamás se notaba en ellas la menor contracción muscular, excepto a la hora de la acción, a la hora en que todo el organismo excitado y vibrante, parecía convertirse en una pila eléctrica que fortalecía con sus efluvios a los defensores de la República que militaban bajo sus órdenes. Antes de que su personalidad adquiriese tan marcado relieve, Romero era afecto a los bailes populares del país y mostraba en ellos grande habilidad, pero cuando el recrudecimiento de la guerra llevó su atención a más serios cuidados, fue poco a poco renunciando a su diversión favorita, hasta abandonarla por completo.

1 comentario:

  1. Para aquellos que quieran saber más sobre este sobresaliente personaje, al que personalmente admiro muchísimo más que a algunos "protagonistas" de la historia de México, les recomiendo el libro "La Lejanía del Tesoro" de Paco Ignacio Taibo II. Saludos.

    ResponderEliminar