Nicolás Romero es uno de los personajes de nuestra historia que se ha mantenido vigente, en gran medida, por la leyenda que se forjó en torno a él. Fugitivo de la ley, guerrillero, excelente jinete, bailador, prototipo de los chinacos, orígenes humildes, simple obrero textil, terror de los franceses, benemérito del Estado de México, personaje de la historia y de la novela.
Héroe para unos, simple bandolero para otros, su personalidad es contradictoria, lo que lo hace más humano. Igual lo consideran de aspecto simple, gris, alguien que puede pasar desapercibido o se habla de él como temerario guerrillero, el león de las montañas, capaz de las acciones más audaces y sorpresivas.
Algunas de sus hazañas las cuentan poco tiempo después de su muerte los escritores de la época. Vicente Riva Palacio, quien fuera su jefe militar, lo incluye en su novela Calvario y Tabor, publicada en 1868; Juan A. Mateos le dedica ese mismo año un capítulo de su novela El Cerro de las Campanas, además escribe uno de los capítulos de El Libro Rojo, de 1871, donde narra la captura de Romero.
José María Iglesias lo menciona en sus “Revistas Históricas sobre la intervención francesa en México”, desde una perspectiva liberal, llamándolo “el jefe constitucionalista Romero”, en tanto que la visión conservadora, a cargo de Francisco de Paula de Arrangoiz en su libro “México desde 1808 hasta 1867” lo menciona como autor de grandes crímenes.
Juan de Dios Peza, el más afamado poeta de fines del siglo XIX, le escribió un poema El prisionero de Papatzindán y en sus memorias acerca del peródo de Juárez le dedicó un capítulo. En ambos trabajos nos cuenta algunas de las anécdotas que fueron formando la leyenda de Nicolás Romero y en especial narra su fusilamiento en la Plaza de Mixcalco, de la Ciudad de México. Cabe hacer mención que Juan de Dios Peza, poco antes de cumplir trece años de edad, presenció el fusilamiento de Romero.
Unos treinta años después de la muerte de Nicolás Romero, Antonio Albarrán le dedica una biografía “Nicolás Romero, guerrillero de la reforma” y Victoriano Salado Alvarez, en sus Episodios Mexicanos, novela histórica extensísima que da cuenta de la situación del país desde la época de Santana hasta Porfirio Díaz, le dedica un capítulo donde lo describe, rememora algunas de sus hazañas y cuenta los sucesos de los días previos a su captura.
Algunos novelistas actuales le han dedicado pasajes y capítulos en sus obras. Paco Ignacio Taibo II, en su “La lejanía del tesoro”, nos lo presenta en compañía de Vicente Riva Palacio. Por su parte, Fernando de Paso hace varias menciones de Nicolás Romero en su novela “Noticias del imperio”.
Nuestro municipio, como un homenaje, lleva su nombre desde 1898. Aquí se han publicado algunos trabajos biográficos más o menos extensos, entre los que cabe destacar el de Xavier I. Esparza Santibáñez: “El Coronel Nicolás Romero, Benemérito del Estado de México”.
Otra biografía sobresaliente acerca de nuestro personaje la escribieron Lucio Barrueta Durán y Crispín Duarte Soto: Coronel Nicolás Romero, episodios heroicos.
Héroe para unos, simple bandolero para otros, su personalidad es contradictoria, lo que lo hace más humano. Igual lo consideran de aspecto simple, gris, alguien que puede pasar desapercibido o se habla de él como temerario guerrillero, el león de las montañas, capaz de las acciones más audaces y sorpresivas.
Algunas de sus hazañas las cuentan poco tiempo después de su muerte los escritores de la época. Vicente Riva Palacio, quien fuera su jefe militar, lo incluye en su novela Calvario y Tabor, publicada en 1868; Juan A. Mateos le dedica ese mismo año un capítulo de su novela El Cerro de las Campanas, además escribe uno de los capítulos de El Libro Rojo, de 1871, donde narra la captura de Romero.
José María Iglesias lo menciona en sus “Revistas Históricas sobre la intervención francesa en México”, desde una perspectiva liberal, llamándolo “el jefe constitucionalista Romero”, en tanto que la visión conservadora, a cargo de Francisco de Paula de Arrangoiz en su libro “México desde 1808 hasta 1867” lo menciona como autor de grandes crímenes.
Juan de Dios Peza, el más afamado poeta de fines del siglo XIX, le escribió un poema El prisionero de Papatzindán y en sus memorias acerca del peródo de Juárez le dedicó un capítulo. En ambos trabajos nos cuenta algunas de las anécdotas que fueron formando la leyenda de Nicolás Romero y en especial narra su fusilamiento en la Plaza de Mixcalco, de la Ciudad de México. Cabe hacer mención que Juan de Dios Peza, poco antes de cumplir trece años de edad, presenció el fusilamiento de Romero.
Unos treinta años después de la muerte de Nicolás Romero, Antonio Albarrán le dedica una biografía “Nicolás Romero, guerrillero de la reforma” y Victoriano Salado Alvarez, en sus Episodios Mexicanos, novela histórica extensísima que da cuenta de la situación del país desde la época de Santana hasta Porfirio Díaz, le dedica un capítulo donde lo describe, rememora algunas de sus hazañas y cuenta los sucesos de los días previos a su captura.
Algunos novelistas actuales le han dedicado pasajes y capítulos en sus obras. Paco Ignacio Taibo II, en su “La lejanía del tesoro”, nos lo presenta en compañía de Vicente Riva Palacio. Por su parte, Fernando de Paso hace varias menciones de Nicolás Romero en su novela “Noticias del imperio”.
Nuestro municipio, como un homenaje, lleva su nombre desde 1898. Aquí se han publicado algunos trabajos biográficos más o menos extensos, entre los que cabe destacar el de Xavier I. Esparza Santibáñez: “El Coronel Nicolás Romero, Benemérito del Estado de México”.
Otra biografía sobresaliente acerca de nuestro personaje la escribieron Lucio Barrueta Durán y Crispín Duarte Soto: Coronel Nicolás Romero, episodios heroicos.
Texto tomado de Cuadernos de Identidad
Autor: José Galván Rivas
Nicolás Romero, México, 2009.
(Lo pueden adquirir en la librería El Templo de Delfos, en Av. 16 de Septiembre No. 17, Col Hidalgo (El Charco), Nicolás Romero, México.
Ilustración: Coronel Nicolás Romero. Tomada de la portada del libro “Coronel Nicolás Romero, episodios heroicos” de Lucio Barrueta y Crispín Duarte Soto, Estado de México, 1998.
no tienes una lyenda de nicolasromero verdad amigo? :)
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