domingo, 6 de diciembre de 2009

Nicolás Romero

Nació el 6 de diciembre de 1827, en un país que apenas buscaba su propia identidad, que se encontraba en total desorganización y con grupos confrontados por llevar su proyecto de gobierno o por alcanzar el poder. No se creaban aún varios de los estados que en la actualidad existen, por eso le tocó nacer en el enorme territorio del Estado de México, pero su lugar de nacimiento, el pueblo de Nopala, se encuentra en el actual Estado de Hidalgo, mismo que fue creado luego del triunfo de la República, unos años después de la muerte de Nicolás Romero.

Su niñez y juventud se pierden en el anonimato del pueblo. Encontramos su rastro, muy difuso y carente de información. Se dedica a las labores del campo, aprende el oficio de tejedor. Junto con sus padres, deja su tierra en busca de mejores perspectivas.

Trabaja como obrero textil en Contreras. En San Ángel aprende apenas a leer. Llega al rumbo de Monte Bajo, para trabajar en Molino Viejo, en la fábrica de la Colmena. Allí, un día de fiesta, tiene una fuerte discusión que llega a riña. Romero, en la batalla, hiere a su contrincante. Se sobresalta y huye antes que la autoridad intente detenerlo. En el camino, al sentirse perseguido, roba un caballo. Llega a Atizapán, donde encuentra alojamiento seguro. Los amigos del fugitivo toman mayores informes sobre el caso, y llega a su conocimiento que no sólo buscan a Romero por la riña que tuvo, sino que también tratan de procesarlo a instancias del comerciante Manuel Echávarri, quien lo acusa de asalto y robo, pues él es el dueño del caballo en que Nicolás Romero huyó.

Es un momento decisivo en la vida de Nicolás Romero. Lo persiguen por bandolero y tarde o temprano, si no pone distancia de por medio, lo alcanzará el brazo de la justicia a instancias del rencor de Manuel Echávarri. Puede regresar a su pueblo natal o buscar mejor suerte en lugares lejanos, puede intentar un cambio de nombre y comenzar como otra persona, o puede unirse a la lucha que se vive en el país entre conservadores y liberales, para cooperar con su grano de arena en el camino que debe tomar la nación y al mismo tiempo mantenerse a buen resguardo.

No lo piensa más. Llega a los rumbos del Ajusco, donde se une a las fuerzas de Aureliano Rivera, uno de tantos jefes de guerrilla liberales. Con él da inicio a su carrera militar desde el puesto más humilde, pero con la enjundia y ánimo guerrero que de inmediato reconocen sus superiores, por lo cual es pronto ascendido en el organigrama militar. Participa en la guerra de los tres años y sería de los primeros en entrar triunfante a la ciudad de México en la Nochebuena del año sesenta.

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